Película que ejemplifica fenomenalmente que el hecho de duelar no solo hace referencia a la muerte, sino que también se puede encontrar en una situación de la vida cotidiana, como lo es una ruptura amorosa.
Los protagonistas se dirigieron a un consultorio para que les borren los recuerdos de sus ex parejas, como respuesta ante la imposibilidad de aceptar su pérdida.
En este film se intenta matar todo recuerdo existente. Y es así como durante toda una noche, el proceso de borramiento de la memoria se hace efectivo. Sin contacto con el atravesamiento “normal” y personal de un duelo. Rompiendo todo vínculo con la realidad.
Borrar los recuerdos, les pareció una buena idea para acabar mágicamente con el dolor. No obstante, están escapando de la realidad, por miedo a enfrentarla. No solo se trata de una renuncia a todos sus deseos, como uno de los protagonistas afirma, sino que ni siquiera se permiten transitar el duelo de la ruptura amorosa porque les resulta demasiado dolorosa.
Nos encontramos aquí con la negación de la realidad, a tal punto de no reconocerse cuando se cruzan por la calle.
Borraron la realidad para siempre, como si nunca hubiese existido. Lo cual podría expresarse como la dificultad de estos personajes para aceptar sus pérdidas, para así no tener que atravesar el doloroso proceso de aceptación de las mismas.
Esta incapacidad de perder en estos personajes, hace que el duelo nunca concluya, hace que el duelo sea eterno.
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