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MIEDO


~ El miedo es lo opuesto a la libertad.

El miedo es lo contrario a la confianza. ~


El miedo es contarte historias que al final te las terminas creyendo.


El miedo es no contar con vos mismo cuando te necesitas.


El miedo es una emoción caracterizada por una intensa sensación desagradable provocada por la percepción de un peligro -real o fantaseado, presente, futuro o incluso, pasado-.


El miedo es algo inherente a TODAS las personas. No existe alguien que no haya tenido miedo alguna vez.


Da miedo el rechazo, da miedo querer mucho, da miedo la sociedad en la que vivimos, da miedo la soledad, da miedo la muerte, nos damos miedo nosotros mismos...


Sin embargo, cuando tenemos miedo, nuestro cerebro bombea mucha sangre a nuestras piernas por si las necesitamos para correr o huir. Pero, paradójicamente, cuando tenemos miedo, sentimos las piernas flojas, y que nos vamos a quedar ahí, inmóviles, paralizados, para siempre.


Lo paradójico también es que, por más que el miedo sea una reacción biológica, lo sentimos como una emoción, ya que la posibilidad de que alguien te rompa el corazón, por ejemplo, te puede llegar a causar el mismo miedo que la posibilidad de ser comido por un tiburón.


Básicamente, le tenemos miedo a lo que no podemos controlar -no podemos controlar que un tiburón no nos asesine o que alguien nos ame- ya que no podemos hacer que todo salga como queremos.


Lo que verdaderamente da miedo no es -por ejemplo- el fin del mundo o la mordedura de una serpiente cuyo veneno te puede matar en medio segundo… Lo que verdaderamente da miedo es cómo el miedo nos paraliza, nos aniquila y nos despoja de la razón.


Lo que verdaderamente da miedo son las cosas que dejamos de hacer por miedo.


Lo que verdaderamente debería dar miedo es cuando el miedo se transforma en obstáculo, en trampa, en excusa.



Stephen King le tiene miedo a perder la memoria y a enloquecer... Qué paradoja ¿No?


El miedo es una amenaza constante, pero es crucial poder desenmascararlo, conquistarlo y/o quitarle poder -quizás la manera que encontró Stephen King en base a esto fue escribiendo historias sobre el miedo-


Actualmente está muy latente en nosotros el miedo a causa del COVID. Miedo al futuro, miedo a perder a nuestros familiares y amigos… Sin embargo, y a pesar de esto, nunca dejarán de estar presentes en las personas el miedo al compromiso, el miedo al fracaso, el miedo al rechazo y el miedo a la soledad -entre otros-.


Mientras estamos dentro del útero, somos felices. Pero una vez que nacemos, nos pasamos la vida tratando de encontrar úteros por fuera del útero primordial: en donde no tengamos miedo a las alturas, a las enfermedades, a los bichos, a ser viejos, a los ascensores, a la economía, al compromiso, a la intimidad, a las serpientes, a los perros, a las agujas, a los murciélagos, a los sapos, al abandono, a nos ser queridos, a que nos claven el visto, etc...


El miedo es una respuesta natural a una amenaza, pero también es una cárcel. Una cárcel que construimos nosotros mismos para no atrevernos a cambiar patrones, a perseguir sueños, a lanzarnos al abismo de lo desconocido.


El miedo es el método más efectivo de autoboicot. Es la manera más exitosa de quedarnos para siempre en nuestra zona de confort disfrazada de bienestar.



El miedo -al ser anticipatorio- está privado de conocimiento. Es un cálculo mental basado en un futuro incierto.

El miedo al fracaso, lleva al autoboicot -excusas, procrastinación, stalkear, en fin, actos dañinos-. El resultado de ese autosabotaje es invalidarse a uno mismo, baja autoestima y culpa -condimentos que perpetúan el miedo a fracasar-.


Estamos llenos de miedo porque vivimos en una sociedad que nos ordena -de manera directa o indirecta- cómo deberíamos ser: felices, fuertes, casados, flacos, exitosos, emprendedores, madrugadores, ambiciosos, seguros, saludables, básicamente personas como las que invaden las redes sociales, con frases plagadas de positivismo, maquillaje perfecto y cuerpo escultural, que no tiene nada de malo, pero no es un prerrequisito para ser feliz o estar bien.


No hay que generalizar las malas experiencias. Hay que tener muy claro que si algo salió mal alguna vez, no tiene porqué ser así siempre -no es válido buscar excusas para permanecer en un lugar seguro- ¿Vale la pena que el miedo tome decisiones por vos? Se supone que las ganas deberían ser más grandes que tus miedos… ¿Tus ganas son más grandes que tus miedos??

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