Al hacer análisis nos proponemos:
Mantenernos vivos
Mantenernos sanos
Mantenernos despiertos
Una vez que iniciamos un análisis, esperamos continuarlo, sobrevivir a él, y llegar a su fin.
El analista disfruta analizando y siempre espera con esperanza el fin del análisis.
El análisis por el análisis mismo no tiene sentido; el analista analiza porque es lo que el paciente necesita y le conviene. Sin embargo, el análisis es para quienes lo quieren, lo necesitan, y lo permiten; y nuestro objetivo como analistas es, en primera instancia, desatascar una cadena de significantes para que algo pueda ponerse en marcha. Sin embargo, el fin del análisis no consiste en encontrar el último significante: a lo que tiende el análisis es a restablecer algo que, en tanto desdialectizado, ya no produce más círculos viciosos.
La clínica es algo mucho más abarcativo que la técnica. La terapia nunca se reduce a una técnica para lograr resultados eficaces, sino que implica más bien hacerse preguntas más profundas.
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