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Psicoanálisis

Odiado.

Amado.

Temido.

Deseado.


¿Un solo constructo puede contener significados opuestos?

La respuesta es SÍ.

Porque cuando uno es atravesado por el psicoanálisis, se confronta -inevitablemente- con sentimientos encontrados.


Puede ser odiado por la extensión de las terapias psicoanalíticas en el tiempo.

Puede ser amado por los descubrimientos que produce a lo largo del tiempo.

Puede ser temido porque explora momentos a los que la conciencia no se atreve a volver.

Puede ser deseado por todas aquellas personas que están dispuestas a explorar el inconsciente.


Puede ser odiado por los mismos motivos por los que es amado, y viceversa.


No hay que olvidarse que su objeto de estudio es el inconsciente, el cual es en sí mismo una utopía y una distopía a la vez.


Es por eso que el psicoanálisis puede ser amado y odiado al mismo tiempo, produciendo sentimientos encontrados incluso en una misma sesión.


Esa ambivalencia existe y nunca va a dejar de estar latente. Y es gracias a ella que el psicoanálisis tiene sus frutos.





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