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PULSIÓN DE VIDA VS. PULSIÓN DE MUERTE


Los animales, a diferencia del ser humano, no tienen un lenguaje. Y es así como el lenguaje vino a instalarse con dos caras de una misma moneda, del mismo modo que nos perturba, nos da un orden.. Nos perturba porque, aunque tengamos un lenguaje en común, nos cuesta entender lo que el otro nos quiere decir, nos cuesta entender lo que el otro siente y lo que el otro hace -básicamente, nos cuesta ponernos en el lugar del otro-. Y por otro lado, el lenguaje nos da un orden, nos regula, nos da leyes, que tenemos que cumplir. La justicia es el primer requisito de la cultura, la cual es inexistente en el mundo animal y es reguladora de los vínculos humanos. De hecho, el inicio de la justicia surge en cuanto surge la cultura, ya que es necesario algo que regule la convivencia entre los seres humanos. Esto fundamenta la necesidad de la ley en una sociedad. Y este control social es un proceso inevitable que nos hace sujetos dentro de una sociedad. Se trata de un conjunto de prácticas, actitudes y valores destinados a mantener el orden establecido en las sociedades. Se trata de la influencia de la sociedad regulando la conducta humana. Es así como la cultura vino a regular el comportamiento de los seres humanos.


¿Alguna vez escuchaste decir que los seres humanos no tenemos instinto?

Esto es así porque el instinto pertenece al mundo animal. Y lo que nos diferencia de los otros seres vivos, además de la conciencia, es el lenguaje -dos cuestiones específicamente humanas-. El discurso permite el lazo social, ordena las formas de intercambio y nos permite relacionarnos.

El ser humano, al haber entrado en el lenguaje y hacerse un ser hablante, no tiene instinto, sino PULSIÓN.

La pulsión rectifica la posición de las personas.

En los términos de la dicotomía pulsional -pulsión de vida y pulsión de muerte-, la pulsión de vida tiende a la unión y refiere a la plasticidad, a la capacidad para cambiar y encarrilar. La pulsión de muerte (llamada también de dominio, de destrucción de apoderamiento), en cambio, data de una satisfacción en una monocorde tendencia de hacer siempre lo mismo, en donde se repite lo displacentero -es un eterno retorno de lo igual-. Es una tendencia al displacer que no se puede expresar en palabras (es una satisfacción en la autodestrucción)

La pulsión de vida es deseo, la pulsión de muerte es deseo de no deseo.






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